Villafavela

Christophe Pouplard

Christophe Pouplard nació el 29 de mayo 1968 en Angers (Francia).

Hijo del fotógrafo naturalista Henri Pouplard, muy joven se familiariza con la Naturaleza y empieza a cuidar las plantas.

Con solo 13 años, ese joven jardinero autodidacta empieza el cultivo de los bonsáis, lo que le permite entrar en un mundo que asocia la cerámica artística japonesa y el vegetal para la composición de paisajes miniaturas… Para él, la Naturaleza es un artista en sí, y siempre buscará su colaboración en sus distintos procesos creativos.

En 1995 saca un diploma de “técnico medio-ambiental” en la escuela de agricultura de Toulouse, y así puede perfeccionar su conocimiento scientífico. En 1996, decide seguir el camino de su antepasado Léon Pouplard (1865-1954), escultor y ceramista naturalista de renombre en Malicorne (Sarthe), y monta su primer taller de cerámica en Toulouse, donde fabrica macetas para bonsái. En 2002, se instala en Andalucía y durante 3 años trabaja en la construcción de una casa ecológica reciclable, hecha con madera, caña, cal y barro.

Entre 2009 y 2012, estudia cerámica artística y alfarería en la escuela de arte Santelmo de Málaga.

Ahora trabaja en su taller en Málaga.

Christophe Pouplard es también actor y decorador vegetal para teatro y cinema desde el año 2000.

 

Finca Villafavela

Villafavela es una finca ecológica de 2,5 hectáreas, situada a 9 km al norte de Málaga.

Está diseñada en Permacultura y cada año se hace mas sostenible, mas activa en la restauración del ecosistema y del ciclo del agua. Cada años se nota la recuperación del ecosistema y la Naturaleza se vuelve mas generosa.

El huerto se compone de dos bancales donde conviven arboles frutales y hortalizas. Es un lugar de experimentación para cultivar plantas sin laboreo del suelo, manteniendo una capa superior intacta y muy rica en microorganismos vivos.

 

 

Mi Trabajo

Mi trabajo habla de la vida, en el sentido mas abierto de la palabra.

La vida que se comparte y se organiza sin parar, mezclando elementos de una extrema fragilidad con otros mas fuertes que son la tierra, el agua, el aire y el fuego.

Mi trabajo es un proceso en curso, una gota de agua, un grano de arena, a veces solo es una idea, que se sitúa dentro de una perpetua transformación de los elementos a una escala temporal que se me escapa.

En mi trabajo colaboran seres vivos. Ellos completan el objeto, porque el mismo está hecho para ellos. Comparten el espacio y el tiempo. Se trata de un encuentro entre la escultura, un ser vivo, y el sustrato también vivo que alberga millones de micro organismos imprescindibles para el desarrollo de la vida.

Se trata de una simbiosis artística cuya musa es La Naturaleza. Quiero recordar siempre que no hay muerte, quitarme de una vez ese miedo de encima, para disfrutar de este viaje maravilloso que estamos haciendo juntos.

 

Lo orgánico

Las moléculas orgánicas son partículas inmortales y universales cuya asociación, según algunos filósofos, produce seres vivos.

El concepto de vida y muerte inherente a cada ser pierde entonces su legitimidad, porque ninguna cosa nace ni se muere, sino que se forma por la mezcla de objetos existentes, y se resuelve en ellos por separación. El nacimiento no es entonces nada mas que una mezcla, y la muerte una separación.

Como lo dice E.Perrier (Philos. zool. av. Darwin, 1884), se puede imaginar unas moléculas orgánicas, indestructibles, que se asocian temporalmente para formar individuos vegetales o animales, y que se disocian con la muerte de cada individuo, para constituir después otros organismos.

Para Theodor Gomperz(1832-1912), el concepto de organicidad va mas allá de la vida porque nos habla de la inmortalidad, de la perpetua mezcla de las partículas para crear el mundo que nos rodea. Ya no existe vida o muerte sino perpetuidad.

La tierra, el agua, el fuego, el aire, parecen ser los cuerpos mas sencillos, pero son los mas compuestos: están cargados de “semillas”, o mejor dicho de la materia bruta necesaria para componer todas las especies imaginables.

El barro, amasado con agua, secado al aire y luego cocido en el fuego, es el material perfecto para crear formas orgánicas.

Son estas formas orgánicas que nos hablan de inmortalidad, dentro de una dimensión espiritual y cósmica.

 

Materiales fusionados con el fuego.

El barro es un material natural que retiene la memoria del tiempo.

Húmedo, conserva las huellas de los animales en la naturaleza y permite al hombre descifrar sus hábitos.

Cocido, el barro se vuelve el testigo de la existencia de la humanidad. Tal y como los huesos de los seres prehistóricos descubiertos el los sitios arqueológicos, el barro cocido nos habla de nuestras civilizaciones, de sus apogeos y de sus declives…

El barro utilizado por Christophe Pouplard es un barro sencillo que se cuece a unos 1000 grados. A está temperatura de fusión el material ha perdido todo el agua que contenía en su estructura y se convierte en un material duro y resistente, capaz de permanecer intacto durante millones de años.

Dentro de la Naturaleza, Frente a lo efímero de la vida, el barro pretende ser eterno.